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“Las cosas que perdimos en el fuego”

Mariana Enriquez, nacida en la Argentina contemporánea, emerge de las calles empapadas de contradicción y desasosiego. Su biografía se plasma en una prosa que transciende la mera narración de hechos: es el testimonio visceral de una mujer que ha sabido transformar el dolor y la violencia de su entorno en un arte literario.

Las cosas que perdimos en el fuego, se erige como un compendio de relatos que son una oda a la decadencia y la belleza del horror. Cada cuento destila la crudeza de lo cotidiano, transformándolo en un escenario de pesadilla y fascinación. Así como en Los niños del maíz de Stephen King se percibe la corrupción de la inocencia, Enriquez nos enfrenta a la metamorfosis de la vida diaria en un ritual de fuego, en el que lo perdido –sean sueños, esperanzas o verdades– se consume y renace en un resplandor inquietante.

Silvina Ocampo, cuentos completos.

Silvina Ocampo, contemporánea y confidente de Borges y Bioy Casares, supo vestir con palabras el misterio inherente a la existencia. Su obra, siempre impregnada de una delicada ambigüedad, se presenta como la huella de un andar interior: un peregrinaje que, lejos de ser geográfico, es eminentemente metafísico.

El olvido no es mera ausencia, sino un depósito fecundo de significados ocultos. Ocampo nos muestra cómo el acto de olvidar es, en realidad, una forma de reinventar el relato, borrando y reescribiendo lo que en otro tiempo se creyó inmutable. Ocampo es un ejemplo exquisito de la densidad semántica y de la intertextualidad.

En su universo, el surrealismo actúa como el prisma a través del cual se refracta la realidad, dando lugar a paisajes donde lo cotidiano se diluye en la extrañeza de lo onírico. Cada uno de estos relatos es un tejido laberíntico en el que la muerte y el sueño se funden, dejando a la vigilia en un estado de ambigüedad perpetua.

So long, Argentina …

La poesía, entendida tanto en su forma clásica como en expresiones contemporáneas, se constituye en un medio para explorar el interior, lo simbólico y la experiencia del ser humano. Dos figuras que, en contextos muy distintos pero con una sensibilidad puntera, han convertido sus vivencias en lenguaje poético son Jorge Luis Borges y Taylor Swift.
Borges, a través de Fervor de Buenos Aires (1923), plasma en sus versos una mirada íntima y a la vez universal sobre la ciudad que lo vio nacer, transformándola en un vasto escenario metafórico. Por su parte, Taylor Swift en The Tortured Poets Department utiliza la estructura del álbum – en el que se funden confesionalismo, ironía y referencias intertextuales – para recorrer un camino de autoconocimiento y reconfiguración sentimental en medio del escrutinio público.
Ambas obras, aunque separadas por casi un siglo y emergiendo de tradiciones literarias muy diversas, comparten la intención de utilizar lo concreto (la ciudad y los espacios geográficos) como medio para evocar estados internos, emociones profundas y reflexiones sobre la condición humana.