
Borges y la Infinita Red de Ficciones – Parte I
Introducción
En el universo literario de Borges, cada palabra se despliega como un espejo que refleja infinitos laberintos del pensamiento. La lectura de Borges no es meramente un acto pasivo; es una metamorfosis en la que el lector se redescubre en cada pliegue de su prosa. Tal como sugiere la voz del propio escritor, al adentrarnos en sus textos nos transformamos y, a su vez, transformamos la literatura. En este viaje, donde cada frase es una bifurcación hacia lo inabarcable, la obra de Borges se erige como un faro que ilumina la vastedad de lo posible.
A veces pienso que el buen lector es más raro y preciso que el buen escritor.
Georgie
Breve Reseña de Ficciones
Ficciones, publicada en 1944, constituye la obra magna en la que Borges plasma su afán por desentrañar la infinidad de las letras y el pensamiento. Este compendio de relatos, que en sus sucesivas ediciones se fue enriqueciendo con nuevas piezas y revisiones, se revela como una suerte de biblioteca infinita donde cada historia es un universo en miniatura. Desde sus orígenes, Ficciones ha sido considerado un hito literario, en el que la tradición y la modernidad dialogan a través de metáforas, laberintos y espejos, convirtiéndose en un punto de encuentro entre el saber y el misterio.
El Jardín de los Senderos que se Bifurcan: Una Puerta al Infinito
Las ocho piezas de este libro no requieren mayor elucidación.
Desde su prólogo, Borges nos advierte que narrar es, en ocasiones, ensuciar lo inmaculado; y sin embargo, cada palabra es cuidadosamente seleccionada, como en un procedimiento quirúrgico donde la precisión es ley.
Borges menciona en dicho prólogo la página 59 de Sur. En definitiva, esto es un símbolo –una marca de la tradición literaria y del diálogo entre Borges y los textos que le precedieron– y en ese mismo párrafo el autor enlaza a los fundamentos del pensamiento (con figuras tan dispares como Leucipo, Lasswitz, Lewis Carroll y Aristóteles) para sustentar su visión de la literatura como un juego infinito de posibilidades.
Con esta estrategia, se pone en la línea de otros autores –como Carlyle en Sartor Resartus y Butler en The Fair Haven– que optaron por construir sus obras no como recreaciones completas de un universo literario, sino como comentarios o resúmenes que, a su vez, son “libros” en sí mismos. Esa forma de proceder es “imperfecta” y tautológica precisamente porque se basa en la repetición y en la autorreferencialidad: es decir, se autojustifica y se construye sobre lo que ya se supone existente.
En esencia, Borges reconoce que toda obra literaria (incluso la suya) está inmersa en una red de referencias y repeticiones, donde el acto de resumir o comentar se vuelve, paradójicamente, en un acto creativo propio y a la vez auto-limitante, al reflejar esa misma naturaleza tautológica que él critica y al mismo tiempo abraza.
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius: Ficción dentro de la Ficción

La Esencia del Infinito
Borges es, ante todo, un lector que escribe para el lector. La literatura, en su obra, se revela como un pacto tácito donde cada interpretación es una llave para descifrar el enigma del universo. Su prosa se alza, no como un relato lineal, sino como un laberinto que se bifurca en cada página, donde lo real y lo soñado se entrelazan en un perpetuo juego.
La voz narrativa de Borges se caracteriza por su tono erudito y a la vez íntimo; su lenguaje es austero pero rico en matices, y su ironía, sutil y mordaz, actúa como brújula en un mar de ambigüedades. El narrador borgesiano no impone verdades, sino que abre un abanico de posibilidades, dejando al lector la tarea de reconstruir el universo a partir de pistas y reflejos.
El Descubrimiento de Uqbar
Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar.
Antes de perdernos entre los laberintos heresiarcas tratemos de dar un significado etimológico a cada palabra:
Tlön:
Este término, de apariencia breve y sonora, parece diseñado para sonar a la vez familiar y completamente ajeno, como si perteneciera a un idioma olvidado o inventado. En la búsqueda de una definición cercana, me encontré con el alemán. En este idioma, la palabra “sueño” se traduce como “Traun”.

Por tanto, podríamos decir que Tlön es una evocación a ese significado. Erigiéndose como el nombre del universo onírico y metafísico que Borges quiere presentar, un lugar en el que lo real y lo soñado se entremezclan.
La vida es un sueño y los sueños sueños son.
Pedro Calderón de la Barca
Uqbar:
Algunos críticos han sugerido que “Uqbar” podría ser una corrupción o evocación de nombres sumerios o árabes –por ejemplo, relacionándolo con “Ur” (una antigua ciudad mesopotámica) y con la raíz árabe qabar (que significa “tumba”), lo cual encajaría con la atmósfera de misterio y olvido que impregna el relato.
En definitiva, “Uqbar” es un vocablo que Borges emplea para sugerir una tierra remota y enigmática, un lugar de origen casi místico.
Orbis Tertius:
Es la única de las tres denominaciones que proviene directamente del latín: “orbis” significa “mundo” o “círculo”, y “tertius” “tercero”. Con este nombre Borges sugiere la idea de un “tercer mundo”, es decir, una realidad que no es ni la del mundo “real” ni la del mundo imaginado del soñador, sino una tercera dimensión, un universo construido a partir de la síntesis de ideas y sueños.

El carácter tautológico y autorreferencial del título subraya la noción borgiana de que toda creación –incluso la literaria– se origina en un juego infinito de simulacros.
En conjunto, estas tres denominaciones conforman una red de alusiones y sonidos que, sin tener un origen etimológico “tradicional” claro, están pensadas para evocar la multiplicidad de referencias culturales, históricas y filosóficas que informan la obra de Borges. La ambigüedad y la polisemia de estos nombres refuerzan la idea central de que la realidad es, en última instancia, un sueño –una construcción literaria y metafísica abierta a infinitas interpretaciones.
La literatura es un sueño dirigido.
Georgie
Paradoja, Ironía y Sátira
Conjeturé que ese país indocumentado y ese heresiarca anónimo eran una ficción improvisada por la modestia de Bioy para justificar una frase.
Aquí la paradoja se impone como el pilar sobre el cual se erige la estructura del relato. La existencia de un mundo ficticio que, sin embargo, ejerce influencia en nuestro propio cosmos, cuestiona la estabilidad de la verdad y la objetividad del saber. Es precisamente en esa intersección donde la ironía cobra vida: conceptos filosóficos elevados se presentan en forma absurda, haciendo gala de una crítica mordaz hacia las doctrinas que pretenden encerrar el pensamiento en límites inamovibles.
Este monismo o idealismo total invalida la ciencia. Explicar (o juzgar) un hecho es unirlo a otro; esa vinculación, en Tlön, es un estado posterior del sujeto, que no puede afectar o iluminar el estado anterior. Todo estado mental es irreductible: el mero hecho de nombrarlo —id est, de clasificarlo — importa un falseo. De ello cabría deducir que no hay ciencias en Tlön — ni siquiera razonamientos. La paradójica verdad es que existen, en casi innumerable número.

La sátira, a su vez, se despliega en cada párrafo, ridiculizando la pretensión de ciertos sistemas de pensamiento que, al intentar ordenar el caos de la existencia, se ven atrapados en su propia tautología. Borges se burla con discreción de la rigidez del materialismo y de la certidumbre de una realidad que, en su esencia, es tan mutable como los reflejos en un espejo de agua.
No es exagerado afirmar que la cultura clásica de Tlön comprende una sola disciplina: la psicología.
El Viaje a Través del Tiempo y la Rebeldía de la Lectura
Aquí doy término a la parte personal de mi narración. Lo demás está en la memoria (cuando no en la esperanza o en el temor) de todos mis lectores.
A lo largo del relato, Borges nos conduce y nos retrae a través de los pliegues del tiempo. Se nos presenta una exposición enciclopédicamente caótica, en la que la cronología se deshace y se reconstruye en un juego de espejos. Con un tono casi sarcástico, el autor aclara su desentendimiento respecto a las emociones y juicios convencionales, ofreciendo al lector ese espacio sagrado para disolver las conjeturas y reconfigurar el relato a su antojo.
Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden —el materialismo dialéctico, el antisemitismo, el nazismo— para embelesar a los hombres. ¿Cómo no someterse a Tlön, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado? Inútil responder que la realidad también está ordenada. Quizá lo esté, pero de acuerdo a leyes divinas — traduzco: a leyes inhumanas— que no acabamos nunca de percibir. Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres.
El lector, al sumergirse en este universo, no solo descubre nuevos mundos, sino que se empodera para cuestionar lo que se da por cierto. Frente a la desintegración de las certezas, la literatura se erige como un acto de resistencia: cada interpretación es un grito de libertad contra la conformidad de un mundo que se disuelve en el absurdo.

Conclusión del Cuento
Al llegar al final de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, nos enfrentamos a la inquietante posibilidad de que el final, tal como lo concebemos, no exista. El relato se cierra en un punto de inflexión, dejando al lector con la tarea inacabable de reconstruir el universo a partir de fragmentos y espejos. Borges, con su habitual ambigüedad, nos recuerda que la literatura es un sueño dirigido, un laberinto urdido por hombres en el que cada camino es simultáneamente una salida y una nueva entrada. Así, el cuento se convierte en un reflejo de la propia existencia: un perpetuo devenir en el que lo conocido se disuelve en la infinitud de lo posible.
Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será Tlön. Yo no hago caso, yo sigo revisando en los quietos días del hotel de Adrogué una indecisa traducción quevediana (que no pienso dar a la imprenta) del Urn Burial de Browne.


2 Comentarios
Aquiles González
Excelente como siempre! Que interesante, voy a profundizar en Borges, el artículo me despertó la curiosidad por leerlo.
Luis
“La literatura es un sueño dirigido, un laberinto urdido por hombres en el que cada camino es simultáneamente una salida y una nueva entrada” > micdrop