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Entre espantapájaros y libélulas

“Entonces andando con mi pequeña canilla de humanidad por el campo de la literatura, me encontré con cuervos, con olivos girando en un campo viejo, y ahí, ayudado por un espantapájaros comencé a escribir estos (repito: no sé qué carajo son)”

Lufso

Al internarnos en el territorio verbal de Espantapájaros y Azul de Gris, descubrimos dos cartografías poéticas que desbordan el cauce habitual de la lírica. No es azar que, en sus páginas, la señalización clásica se diluya y dé paso a un fluir libre, donde el lenguaje se recrea. Con ecos de una tradición vanguardista que abarca el expresionismo y el surrealismo, Girondo y Lufso componen un poema expansivo, una sinfonía fragmentaria en la que el lector se sumerge en un mar de símbolos.

Vanguardias: surrealismo, expresionismo y poética urbana

“Los márgenes de los libros no son capaces de encauzar mi aburrimiento y mi dolor. Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro. Me repugna el bostezo de las camas deshechas. En estas condiciones, creo sinceramente que lo mejor es tragarse una cápsula de dinamita y encender, con toda tranquilidad, un cigarrillo.”

Oliverio Girondo

Girondo es un poeta identificado con la vanguardia cosmopolita latinoamericana. Como apunta el crítico, ya en los albores de Espantapájaros se percibe “un cubismo inicial que se dirige hacia el expresionismo y el surrealismo”. Por ejemplo, la reiteración pronominal del primer poema (“Yo no sé nada… Tú no sabes nada… Él no sabe nada…”) genera una estructura cubista de palabras que enfatiza la nada, preparando el terreno para romper con la realidad de forma expresionista y surrealista. En la misma línea, Girondo emplea muy libremente la metáfora surrealista. En la frase “Te has jugado la vida tantas veces, que posees un olor a barajas usadas”, la metáfora (“olor a barajas usadas”) convierte la experiencia de arriesgarse en imagen onírica. Este verso insólito ilustra bien la influencia surrealista: lo cotidiano (jugarse la vida) se convierte en una imagen extraña (olores de cartas gastadas). El análisis señala que Girondo vive en un “entre-lugares de lo real y lo metafísico”, típico de las vanguardias.

Lufso, por su parte, asume también una actitud vanguardista aunque con otro tono. Azul de Gris carece de métrica y se despliega como “un torrente de ideas” fragmentadas. Su voz lírica es íntima y confesional, propia de la “poética urbana” contemporánea. Sin embargo, en estilo Lufso se advierten claras herencias surrealistas: sus metáforas visuales inusuales y yuxtaposiciones (“caracol de una tortuga vs. libélula de un colibrí”) recuerdan la libertad onírica de los surrealistas; y el uso simbólico de colores añade un aire metafísico. Ambos poetas mantienen, así, un diálogo simbólico a través de los torrentes artísticos.

Recursos expresivos: metáfora, hipérbole y enumeración

“Que otros practiquen —si les divierte— idiosincrasias de felpudo. Que otros tengan para las cosas una sonrisa de serrucho, una mirada de charol. Yo he optado, definitivamente, por lo sublime y sé, por experiencia propia, que en la vida no hay más solución que la de sublimar, que la de mirarlo y resolverlo todo, desde el punto de vista de la sublimidad.”

Oliverio Girondo

La metáfora es central en los dos autores. Girondo la usa para asociar ideas dispares, a menudo con efecto satírico. En el poema citado, la vida arriesgada se asocia con “barajas usadas”, una imagen que condensa desgaste y azar. Lufso también puebla su verso de metáforas visuales: por ejemplo imagina la creatividad como “flechas de imaginación” o describe colores que se mezclan en emociones, siguiendo el simbolismo cromático de su título.

La enumeración es otro recurso destacado especialmente en Lufso. Azul de Gris está plagado de listados rítmicos: el poema “Todo tiene su verbo” enumera acciones y sujetos en largas cadenas (“«odiar» lo llevan puesto los malparidos. «Llorar» está en los niños. «Amar» va en el pecho de los aguerridos.«en todo idioma»”). Más aún, en el poema “Muerte en todos lados” Lufso llega a enumerar decenas de variantes de muerte: “Muerte en una bala, en un cuchillo, en una aguja… de sombrero, de golondrina…”. Este uso de la lista crea una sensación casi claustrofóbica de acumulación y absurdo. El taller literario señala que Azul de Gris recurre a “enumeración, anáfora… Personificaciones y sinestesias” para generar flujo poético.

Girondo emplea la enumeración de modo más puntual y fragmentario. Un caso notorio es la recitación pronominal del comienzo (“Yo no… Tú no…”), o la aliteración sarcástica en pasajes como “eras brutal. Eras taciturno”, donde repite “eras” con diferentes calificativos. De hecho, el crítico Jorge Schwartz observa que en Espantapájaros Girondo usa la enumeración pronominal como “principio organizativo” de su discurso, lo que conecta con la fragmentación y el juego lingüístico.

Ambos poetas también usan con frecuencia la hipérbole para enfatizar sentimientos. En Girondo, la patada es ejemplo clásico: en el poema 13 el narrador dice que él mismo es “una patada” que destroza objetos cotidianos, ejerciendo una “hiperbolización humorística” a la sensibilidad acomodada. Lufso, fiel a su tono irreverente, exagera su tedio con expresiones como “Me joden hiperbólicamente estos tipos de estado”. Allí combina la jerga cruda (“me joden”) con “hiperbólicamente”, reforzando el enfado al nivel de lo absurdo. Las imágenes de “Estoy verdaderamente embolado… me embolo con helio, quedando patas para arriba…” también son hiperbólicas, pues multiplican al extremo el sentimiento de hastío con surrealismo cómico.

En síntesis, la metáfora, la enumeración y la hipérbole son herramientas clave en ambos autores. Girondo las inserta en un discurso satírico y juguetón, a menudo destruyendo el lenguaje tradicional con sarcasmo. Lufso las adapta al registro confesional e híbrido de la poesía urbana, acumulando imágenes sensoriales e inconexas que transmiten ansiedad creativa e íntima.

“Me joden hiperbólicamente estos tipos de estado. Necesito crear; hacer algo. Poner harina y huevo con unas letras y amasar un pan de párrafos que me alimenten. Basta de la estupidez de las quejas, que se pierda en un pozo la falta de inspiración. Necesito crear, ese es mi verbo.”

Lufso

Disociación del yo y multiplicidad de identidades

Una diferencia relevante es cómo cada autor trata la identidad del sujeto lírico. Ambos rompen la idea de un “yo” único y coherente. Girondo lo hace con humor grotesco:“Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades”. Esa metáfora del “cóctel” de personalidades muestra un yo múltiple en perpetuo conflicto. El análisis subraya que en Espantapájaros hay una “disgregación del yo” como idea fundamental. Cada estampa retrata facetas desunidas y contrariadas de un hablante que cambia de forma y de humor.

Lufso también explora la multiplicidad interna, aunque desde el plural más literal: en el poema “Cansado de nosotros” escribe “En este cuerpo no somos uno, sino varios”. Al describir cómo distintas voces (“el más ágil”, “el más instruido”, “el más tímido”…) se relevan dentro de un mismo cuerpo, refleja un yo dividido. Esta voz colectiva recuerda las descripciones girondinianas de un sujeto tribalizado. En ambos casos el efecto poético es de extrañamiento: el hablante no se siente individuo unificado, sino serie de personajes internos.

Esta disociación apoya el tono confesional de Lufso y el tono burlón de Girondo; cada parte de sí mismo puede hablar libremente. En ambos autores, la fragmentación del yo refuerza la ruptura vanguardista: el sujeto tradicional (lineal y unitario) se anula, evidenciando la complejidad de la identidad moderna.

Ya he probado mi mente subterránea, mi mente símil de fósiles. Ya he probado las costumbres de la humedad y los revoques. Ya he probado la terquedad de los días áridos y la asfixia de los estrenos nublares. Ya he probado andar descalzo por la rutina, los cayos de listas y asistencias. Ya he probado la resurrección de todos estos calvarios, sin Dios, sin cruz, sólo clavos. https://lufso.com/biblioteca/ya-he-probado/

Lufso

El cuerpo también aparece con fuerza. Lufso describe sensaciones físicas y gestos íntimos: habla del estómago con agujas, del sistema digestivo, y del propio cerebro “volado”. En el poema #22 (“Ya he probado…”), el cuerpo aparece exhausto de experiencias: “Ya he probado mi cuerpo en el barro, mi lengua en lo áspero, mi cerebro volado”. Estas imágenes corporales refuerzan la vivacidad y la asfixia interna del hablante. Girondo, aunque más simbólico, incluye el cuerpo a través de elementos eróticos y absurdos (por ejemplo, la primera noche descrita como destrucción del espinazo).

El extrañamiento lingüístico o desfamiliarización es un rasgo compartido. Ambos poetas deforman lo ordinario para revelarlo extraño. Girondo usa juegos fonéticos, caligramas y neologismos (“ocupúlate del teléfono…” por ejemplo) que distorsionan la lectura. Lufso, por su parte, combina lo familiar con lo grotesco: lista absurdas variantes de la realidad (“salchichas con maquillaje sabroso” en #21 o “televisión monstro bien vestido” en #20). Así se logra el efecto vanguardista de ver lo cotidiano con ojos nuevos.

Conclusión

Espantapájaros y Azul de Gris son espejos enfrentados simétricamente. En ellos habita el pulso vanguardista: metáforas que desarman, enumeraciones infinitas, yos fragmentados, ciudades y cuerpos reinventados donde confluye el todo y la nada.

Quizá, en esa simultaneidad de voces y colores, encontremos la promesa de una poesía que no se limita a nombrar el mundo, sino que lo crea. Y así, en el reflejo del espejo, descubrimos que somos nosotros mismos, y somos otro, y somos todos los que hemos sido y seremos, enlazados por la palabra.

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