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El arte del cuentista (Parte I)
En el vasto laberinto de la literatura, el cuento se yergue como una estancia diminuta y perfectamente tallada; un recinto en el que cada piedra tiene un propósito. A diferencia de la novela, que despliega sus alas en múltiples galerías y pasadizos, el cuento exige una economía rigurosa: tema, estructura y lenguaje deben reunirse con la precisión de un espejo que refleja un solo instante de eternidad. Autores diversos han explorado esta estrechez fecunda: Julio Cortázar, indagando los elementos esenciales en sus ensayos; Edgar Allan Poe, forjador de la modernidad breve; Horacio Quiroga, custodio del tono inicial; y críticos posteriores como Ricardo Piglia y Juan Bosch, cuyas tesis aportan claves…